¿Tartufo para el siglo XXI? El espectáculo del Taller de Teatro parte de la versión que Enrique Llovet hiciera a finales de los años sesenta del siglo pasado para la Compañía de Adolfo Marsillach, quien la dirigió y protagonizó con gran éxito y no poca sorpresa por parte del público de aquella sociedad del último franquismo.

Nuestra revisión del texto conserva buena parte de la frescura del original y de la versión sesentera de Llovet. Tartufo sigue siendo un impostor religioso que se aprovecha de la credulidad de ingenuos y fundementalistas. Tartufo es también un personaje público o un asesor financiero de modales perfumados y amplia retórica con la que consigue seducirnos para que no caigamos en la tentación de leer la letra pequeña o de releer el periódico de ayer. Tartufo, en fin, es un comunicador que se instala en mitad del salón de las casas con la intención de manipular nuestras emociones más elementales. Por eso nosotros solo hemos necesitado actualizar el lenguaje de sus estrategias manipuladoras con el lenguaje de la economía y la política obtenido en la tercera página de un solo periódico de hoy. Eso si, Molière nos perdonará que hayamos buscado un desenlace más abierto y esperanzado, menos convencional. Y poco más. Trabajar con Molière ha sido fácil. Resulta que Tartufo no ha vuelto ahora desde 1664. Es que Tartufo nunca se había ido.