Que dice la Cuántica (la ciencia, no la científica) que un cuerpo puede estar en dos puntos del universo subatómico al mismo tiempo, esto es, que el gato que tienes en tu regazo puede estar muerto y vivo. Y añade que si dos partículas alguna vez, digamos, se tocaron, nunca, por más que se alejen, dejan de estar entrelazadas. Y se despide a la francesa amenazando con que sea verdad que el acto de observar un estado afecta el estado de lo que se observa.

Pero vamos a ver. Si hasta el más marmolillo de los enamorados, el más moscatel, sabe eso. ¿Hacía falta que viniera Einstein a comerse la manzana de Newton? Toda la vida de Dios esos axiomas cuánticos los hemos llamado en mi casa sentimiento, emoción, y alguna que otra vez, pues amor. Y ahora, manías, a algunos les ha dado el tontillo de explicar los sentimientos "científicamente". Más bien lo que deberíamos hacer es explicar la ciencia "senti-mental-mente".

Uno, cuando las cosas se ponen tarascas, se protege con el detente bala de las palabras, con su nunca se sabe. Y es que una palabra puede ser la mejor talanquera contra los derrotes y cornadas que nos lanza la vida. Un poner. El étimo, o sea, el rebisabuelo de una palabra. Adolescente, del latín, aquel que, bien comido (alere, nutrir) esta creciendo, gerundio, accíon en desarrollo. ¿Otros miembros de la familia? Alto, alumno, alma (mater). ¿Alguna más? Adulto, en latín, el que ya ha crecido, participio, acción terminada.

Y digo yo que por qué no juntamos en la misma alquitara a los cuánticos, a los lingüistas y a los sentimentalios en ese laboratorio llamado teatro, el lugar para ver, con permiso de los griegos. Experimento que llamaremos educación para la vida.

El mundo, con sus puestas de sol y sus arcoiris, es que es muy bonito. Pero como decía Unamuno, un paisaje sin paisanos qué. Así que esta obra necesita personajes. Pueden ser planos, o sea, adultos; o pueden ser plenos, eureka, adolescentes. La elección es facilita.

Y aquí estamos, presentando los resultados de este segundo experimento teatral. El primero, lógico, se llamó Primera vez Suite ADSLescente. Hablaba de experiencias. El segundo no se llama, lo sentimos, Segunda vez, aunque sería lo esperable, sino SENTyMENTalia. Se habla, claro, de sentimientos. La obra es un pequeño diccionario de neurotransmisores que contiene palabras como aburrimiento, alegría, amistad, amor, angustia, culpa, deseo, esperanza, gratitud, miedo, odio, rencor... Como estamos en la escuela, como estamos creciendo, la obra hubiera podido titularse Educación sentimental. Todo ser humano ha nacido para la felicidad, etc, etc, etc.

El equipo de pesquisadores cuánticos del Taller de Teatro Navarro Villoslada podría prometer que acabará esta trilogía (vivir + vibrar + volar / "soy, siento, sueño") de teatro adolescente, de teatro que crece, con una tercera obra sobre las ilusiones de la juventud, las perdidas, las alcanzadas. Pero la cuántica es una ciencia seria y hablar de planes futuros en el teatro da mala suerte. Sí, ¿no?.

Pues eso. Que dice la Cuántica que se puede estar y no estar a la vez, que se puede ser y no ser. Elija Vd. que la obra está a punto de empezar.